Según avanzo en conocer más y más Bloom, he decidido crear una nueva sección, que llamaremos Magazine, para publicar a principio de cada mes y que funcione como editorial.
Este mes de marzo, comparto unas páginas de mi journal personal que escribía esta semana.
Con marzo y octubre a veces me llega la depresión estacional. Es muy curioso como mi cerebro se resiente cuando la naturaleza empieza a metamorfosear y se cambia de chaqueta. Es el cambio de horas de luz, con el consiguiente cambio de hora del reloj —que ya vendrá—, la transformación de la naturaleza a mi alrededor, y no hablo solo de flores y plantas: el cambio lo percibo también en las personas. Literalmente nosotros también cambiamos de chaqueta cada mes de marzo.
Es curioso porque en Londres esta semana es de auténtico invierno. Aunque no se siente como tal. Los cerezos están florecidos, y también empiezan a asomarse los narcisos a los jardines. Siempre me ha llamado la atención que aquí las flores de bulbos (narcisos, tulipanes…) brotan de manera prácticamente silvestre. Y en Andalucía es casi imposible mantenerlos en el patio, con mimo y cuidado, porque el calor repentino no los deja crecer y los acaba machacando. Como decía, aquí ya han florecido, y no negaré que he visto algún pantalón corto. Pero tampoco negaré que ya son dos días seguidos los que he visto nevar. La nieve no cuaja apenas, y durante el día desaparece. Pero los copos cayendo son una realidad. Aún así hay luz por la tarde y amanece temprano. Estoy empezando a sentir que los días se me hacen un poco largos.
Esta es mi última semana en Londres. La semana que viene ya me toca volver y hacer frente a todo ese trabajo que llena el calendario de primavera. Acabo también los cursos que vine a hacer. ¿Se acaban también las posibilidades que yo tenía para este sueño de venir a vivir aquí?
Sin duda ahora va a tocar pasar un duelo. De hecho, lo estoy pasando ya, creo. Estos meses han pasado muy muy rápido. Focalizándome en sobrevivir, cargando con mi mochila a todas partes, intentando ahorrar para hacer frente a este gasto enorme. ¿Y las cosas que eran mi prioridad al venir aquí? Dejaron de ser prioridad y se fueron al final. Ahora pienso que (quizá) era más importante que me enfrentara a una situación así y aprendiera todo esto antes de las otras ideas que yo pensaba que eran prioridades. Desde luego he tenido aprendizajes que de ninguna manera imaginé que iba a tener, he vivido experiencias y he pasado una cantidad de tiempo conmigo misma que nunca pensé que iba a pasar. También se abren brechas y heridas que duelen fuerte y esa relación conmigo misma está poniéndose a prueba constantemente.
Nunca he estado tan presente y en contacto conmigo misma como ahora.
Leí mucho durante estas semanas en Twitter afirmaciones como: desaparece 6 meses, estudia, escribe, y ten éxito después. A partir de entonces empecé a observar cómo me hacen sentir la continua disponibilidad y las redes sociales. Fue muy sencillo de ver como cada vez que compartía algo en redes, mi atención iba una y otra vez a comprobar las reacciones a ese post. Podría decirse que de manera salvaje. Y eso me provocó suma inquietud e infelicidad. No me gustó. No me gustó nada verme así de dependiente, expuesta y anestesiada. Ya me cuesta mucho mantener la atención en algo.
¿Cómo voy a permitir que mi atención sea consumida por una plataforma de internet que hace diez años era mínima y hace veinte no existía?
¿En qué momento estar en el mundo actual pasa por filtrarlo todo a través de las redes? ¿En qué momento mi cerebro empieza a cambiar para adaptarse al chute de información que diariamente entra por las redes?
¿Cuándo se ha convertido en normal y aceptable?
Siento que cuando me mantengo atenta a las redes dejo de poseer mi vida, y solo es importante en tanto que es peor que la de los demás. Peor. Porque comparar y envidiar lo que los otros tienen es lo que hago el 85% de las veces en Instagram. A veces me río, unas cuantas aprendo. Pero el resto soy infeliz y me deprimo, aunque por fuera sea prácticamente imperceptible. Mi atención solo va a todo lo que no tengo y me gustaría tener. A cuanto necesito que los demás aprueben y reaccionen a mi contenido. Y creo que nunca me he sentido más aislada del mundo.
Estando en esas decidí que lo mejor era cortar de raíz. He intentado pasos previos antes, como por ejemplo dejar de seguir cuentas que no me aportaban nada o con las que ya no resonaba. Pero es imposible de controlar al 100% el input que recibo. Y eso no soluciona el problema de la búsqueda de validación. Por lo que sí, quise cortar de raíz. Y lo he dejado. He tomado esa decisión. ¿Me mantendré en ella? Quiero pensar que sí. Porque tengo muy presente cuánto sufro cuando estoy ahí. He dejado abiertas las cuentas de trabajo, eso sí que es imposible de eliminar. E iré viendo cómo funciona el experimento.
Hoy es el día 2 y parece que haya pasado una semana. Se me está haciendo bastante largo. Aunque por otro lado siento que mis niveles de ansiedad están bajando. Y tengo más capacidad de gestión emocional.
Ya basta de pensar que necesito estar en redes para sentirme acompañada. No es cierto.
Esta idea de hacer un editorial mensual es algo nuevo y que no he meditado mucho. Sí sé que me gustaría completarlo con algo que os sea de utilidad, y estoy dándole vueltas.
Algo para escuchar:
Una actividad para este mes:
Si tienes alguna petición estoy encantada de leerte.
Nos leemos próximamente <3